Hace ya 17 dias que entregué y 3 para saber la nota. ¿Entretanto? Pues entre tanto me he dedicado a descansar, disfrutar, y hacer el ocioso hasta hartarme (si, yo me harto pronto de no tener nada que hacer)… pero sobre todo a volver a tener una vida normal, en la que, por ejemplo, eres capaz de tener una charla con los demás y dejarte llevar por ella y ver donde llega… Increíble ¿eh? Si, eso mismo: escuchar sin mirar el reloj, ni repasar mentalmente mis ideas del espacio, detalles constructivos, cálculos de cualquier tipo o debatirte en secreto si merece la pena hacer una maqueta o vasta con unos dibujos a plumilla… Llegar a compartir mi tiempo con mis compañeros de especie sin tener ir cortando mis propios pensamientos como quien se abre paso a través de la selva, para seguir el curso de la realidad cotidiana.Luego han venido muchas más cosas aparte de simplemente dejar de ser un puto egoísta que incapaz de dejar de pensar en su proyecto. Cosas que más de una vez me han pegado el campanazo en la sesera, al reverberante sonido de POOOOOOOST. Pequeños encuentros, cálidos acontecimientos, curiosidades, exploraciones, accidentes, equivocaciones, miserias, penitencias, y también momentos luminosos, voces en segunda persona, las cosas que uno se calla porque, joder, no vas a interrumpirla ahora que ha encontrado las piezas rojas… situaciones que generarían bellísimos post.
Pero la verdad es que el gasto neuronal del proyecto parece haberme consumido todo el cupo de creatividad reservada para unos meses. Vaya, que no me queda ni puñetera gana de escribir. Tampoco puedo quejarme: a cambio, el viernes tendrán que asumir que he diseñado un edificio precioso o... prefiero no pensar en eso.
De cualquier manera, estos días son ya otros, escucho relajadamente y tomo nota de los campanazos mientras espero a que a mis neuronas de les pasen las agujetas. Y quien sabe, si quizá, podría volver a buscarlos donde los dejé.