Eso nos pasa mucho a todos... es uno mismo el que se mira en las cosas que le emocionan, ya sabéis: ese reflejo momentáneo que hace que algo se tense y te vibre por dentro.
El músico joven era Trent Reznor, de los violentos y pasionales Nine Inch Nails. El músico viejo era el señor Johnny Cash, un mito más allá del country que tomó prestada la canción Hurt para dedicarsela en un video a su mujer, que acababa de morir. En él, mientras pasan un montón de imágenes de sus vidas, que no fueron fáciles, se sienta delante de la cámara a cantarla él mismo, y lo hace sin actuar, sin preocuparse de sus gestos, sin esa teatralidad exagerada de los videos musicales. La canta como él canta probablemente en intimidad, como quien se explica, como quien cuenta algo, como un sincero trovador. No se la esta cantando a un público que lo aclamaba, la esta cantando, más bien, a la profunda oscuridad del objetivo de la cámara, casi como se le escribe al papel, a solas y sin importarte si alguien lo irá a leer algún día. Es un video medido con la métrica de esa soledad, esa complicidad con uno mismo a partir de ese encuentro con la belleza que lo salva por un rato.
Después de hacer aquel video para su mujer, solo le sobrevivió unos meses más. Y si hay cielo supongo que le valdría un cálido recibimiento.
Me gusta este video porque deja ver, como pocas obras de arte en el mundo, el amor de cerca, sin cristal ni maquillajes, sin barreras, ni perímetro de seguridad… pastando en libertad como una gran vaca en la montaña, perdido en la estepa como un tigre desorientado y magnífico.
Podría empezar por mil canciones, pero a diferencia del señor Cash yo no me decido. Y esa indecisión me reconforta porque siento que la mía es una herida joven. Demasiado como para encontrar la canción adecuada… Mi vaca será pués un ternero robusto y asustado al borde del camino, y mi tigre correrá buscándote en la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario