Trataba de hundir mi tabla para pasar por debajo de un muro de espuma blanca. Al emerger de nuevo al viento de levante y al sol, pensé que olvidarme de ti un instante sería como remar contra las olas del mar.
Entonces ya se levantaba la siguiente sobre mi, la pared comenzaba a formarse, potente y refrescante, como una invitación verdeazulada. Saboreando la magia del mar que ya no encuentra más agua que lo detenga, me dí la vuelta y me eché a remar como loco. Su velocidad tomó por fin el relevo de mi propio peso en el agua... y partimos...
En estos momentos se suspende todo: desde el viento de levante y el sol, a toda esa interminable cadena de pensamientos sobre la vida, esas conversaciones conmigo mismo que se hilan en mi cabeza cada vez que hago deporte. Todo.
...Luego vuelvo a ser yo, yo y mis circunstancias, bañándonos en el Palmar.
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