"El infierno hay que cruzarlo solo.
Si llevas a un guía, tendrás de pagarle, y tarde o temprano se te acabarán las monedas -tu infierno se hará basto para que así sea-.
Si llevas a un amigo que te acompañe, lo atravesareis, sin duda, y hasta se hará llevadero el viaje…
Pero entonces el infierno tendrá que repetirse más adelante.
Y así lo hará una y otra vez hasta que lo cruces solo.
Completamente solo."
Pensaba en esto mientras corría, en la noche, entre semáforos y chiringuitos, entre el sonido de los coches rezagados del día, salpicado por el tintineo de los mojitos, y el rumor de las olas del mar tamizado por el fuego de las sardinas.
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