Esta noche no se qué cenar. Estamos en alerta roja, solo queda pasta, sal, especias y ajo, pero estoy harto de pasta. Así que me acuerdo relamiéndome los labios de aquella sopa de pescado que mi madre quiso hacerme el día en que volví.
Abro el congelador, saco el tapergüé y compruebo que esta ahí el bloque blanco dentro perfectamente petrificado. Mmmmmm. Lo miro como si tuviese rayos equis en los ojos no viéndome sino a mi mismo media hora después comiendo sopa caliente delante del telediario.
Mientras descongela aprovecho para darme una ducha.
Cuando vuelvo todo limpito y con el pelo aún mojado, saco el taper del microondas, lo abro y encuentro que el bloque blanco se ha convertido una pasta bastante densa, los bordes están muy esponjosos y depsiden un intenso olor a pan recién hecho. Por supuesto ni rastro tropezones de pescado por más que la remuevo con un tenedor... la esperanza es lo último que se pierde.
¿De quien coño será este potingue?¿que ha pasado con la sopa de mi madre?¿pero me hizo realente la sopa?¿o al final le dije que no?... ¿será para hacer pan o para hacer pizza?
Dejo el tenedor ahí clavado con una nota que dice: “perdón, he descongelado esto creyendo que era sopa de bacalao.”
Algo me decía que esta noche acabaría cenando en la chaguarmería.
miércoles, 24 de marzo de 2004
Despistado en pasiva y en activa.
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