(te dejo con la mente en blanco, de blanco lunar, blanco manchado de blanco, exhausta y plena, rendida y triunfal, con el corazón recobrando su ritmo tranquilo, hudiéndose en el silencio, el sueño que se extiende con la paz una mancha de aceite y un puñado de mariposas bailándote entre las costillas. Me llevo tus susurros que suenan como las sábanas al rozar, tu olor a mujer en pijama, a sexo y a saliva, me meto de nuevo en el cajón de tu escritorio, lo cierro con cuidado de no despertarte… regreso por la ruta que abrieron los monstruos verdes cuando eras niña, este atajo que he encontrado que une tu cuarto con la playa blanca donde crecí, y que hace mucho tiempo que ya no es blanca, pero qué más da eso a estas horas de la noche)
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