martes, 26 de septiembre de 2006



        Hace calor, de ese modo húmedo en que el calor se agarra a los días de septiembre. La luz es clara y limpia. Apenas acabo de apagar el pitillo que me encendí al sentarme… Aún indeciso, leo los primeros párrafos del siguiente capítulo, pero es más fuerte que yo: Lo siento Paul, le digo al tipo de ojos saltones que hay en la lengüeta de la portada, sé que solo he leído cinco páginas… -cerrando ya el libro-… pero yo soy un genio.
        Sentado en la hamaca, antes de levantarme, quedo un instante así, mirando al suelo. sigo las líneas de cemento que unen las baldosas de barro hasta que se me pierden bajo una maceta, hasta que, arrepentido, sabiendo que solo lo he dicho para darme ánimos, me corrijo… No, no soy un genio, pero si que soy un tipo que nunca ha dejado de salir airoso de sus proyectos. Y este que tengo entre manos no puede ser menos. Busco mi camiseta arrugada y me pongo de camino al estudio con una sensación del espacio que solo alcanzo a tener con la lectura.
        Leer a Paul Auster me da unas ganas tremendas de contaros mi vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mi de tener una aventura con Sophie Calle

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