Friday night fever
Esta noche mientras esperaba que me bajara la fiebre. He estado cuestionándome algunas cosas. Y bueno, pues he vuelto a encontrar por enésima vez en mi vida un enigma donde creía que todo era evidente.
Asombrado en la oscuridad me preguntaba: ¿dónde pone un hombre los brazos cuando hace el amor en la posición del misionero?. O más bien ¿qué hace con ellos aparte de usarlos para sostener su propio peso y no aplastar a la chica? Porque si solo se limita a esto, la imagen queda gimnásticamente ridícula... estamos haciendo el amor, joder, no flexiones. Evidentemente, apoyándose con los codos la puede abrazar o puede apoyarse con un brazo solamente y utilizar libremente con el otro para lo que buenamente se le ocurra.
Yo, personalmente y ahora que analizo la situacíon, recuerdo que las últimas veces solía acomodar la cabeza de la chica en mi mano abierta haciendo incecesaria la almohada, como si al mismo tiempo rindiera un servicio y me hiciera un poco más con el Peso de ese cuerpo para mi, siempre que viese que a ella le gustara. . . o sea, siempre. Otras veces deslizo igualmente el brazo bajo su espalda, pero la cojo por el cuello e incluso la aprieto un poco, explorando con el tacto hasta ver la fuerza que le hace sentir mejor. Y Es sorprendente. En ambas situaciones la puedo ergir hacia mi con ese brazo únicamente. El otro brazo, bueno, queda libre para jugar, así que ese, señor lector, me lo guardo para nosotros.
Solo me decía que, si yo de pronto recuerdo estas dos de las miles de soluciones que, digo yo, debe tener el "enigma", supongo que la gente podrá aportar otras si lo desea. Sería como esas Recherches Sexuelles en las que Bretón, Prévert, Queneau,... (bueno, la lista no la sé pero ahí está) se divertían dialogando sobre su propia experiencia. Si alguien se lanzase, pensaba yo entonces mirando el termómetro (joder, 39.5) por respeto a estos maestros (mios al menos y con eso me basta), he de hacerme a la idea de que la timidez y la mogigatería serán posiblemente censuradas.
sábado, 31 de enero de 2004
______:___________________
Tengo tres virus: uno me impide arrastrar iconos, otro, que un enlace abra una nueva ventana, y otro que me ha tenido ya cuatro dias en la cama con fiebre, jodíendome un examén, horas de trabajo bien organizado, y ese fin de semana con Ella que llevaba esperando como Agua de Mayo y que encima me va a costar su Confianza. Y aqui estoy, escribiendo febrilmente sobre mi propia fiebre como si ni siquiera me dejara espacio para otra cosa en la cabeza.
¿Pero qué es eso? ¿Por qué no se apaga la flechita hacia arriba de la adsl?
Si yo no estoy enviando nada.
Recapitulemos: tengo 4 virus. . .
En estos casos me gusta recordar aquello de que mientras haya gente que vaya tomándose las cosas como Lewosky. . . pues no me acuerdo, mira.
sábado, 24 de enero de 2004
The boy you loved, the man you fear
Cuando éramos niños todo era fácil, unos eran chulos, otros pasotas, otros traviesos, otros dóciles, (a esos siempre lo mandábamos a parlamentar con los papas: papis, es que, bueno, las bengalas, bueno, la palmera, bueno, pues, bueno. . . pues, accidentalmente, veníamos buscando la manguera. . .); unos eran buenos compañeros, otros egoístas, pero buenos compañeros también, porque éramos la misma masa y todos creíamos en dulce armonía pensando que cada cual tenía sus defectos, nomás. . . Más arriba, como sobre nuestras cabezas, más alto de la alfombra sobre la que jugábamos a lo Gijoes y los cliks (nunca entenderé por qué en mi barrio llamábamos así a los Playmobil), los mayores estaban en su guerra de inseguridades y frustraciones personales, esas guerras que aún no te imaginas cuando estás creciendo y ves que ser mayor parece más fácil aún, donde nosotros éramos como escuderos secretos, pues los acompañábamos a todos lados y a veces nos usaban para restregarnos unos a otros contra la cara de los otros mayores, mira el mío lo que hace, mira el mío lo que dice, como monos de feria, todo orgullosos de su creación. . . sus pequeñas bestias. para nosotros ni siquiera era malo, creímos que la educación era un juego más, que luego podríamos ser Nosotros Mismos. Perdonábamos todo como si todo fuese a pasar completamente con la niñez.
Pero no es sino a los veititantos cuando se están viendo las consecuencias de aquellas inocentes desviaciones y proezas de los por fin libres mecanismos educativos, nuestra sagrada educación, aquellas gracias de la manipulación, de aquellos discursos postmodernos de un país que tuvo que ver por la tele el sesentayocho, y revivir los valoruchos aquellos durante los gloriosos setenta de la transición (eso que nosotros hemos convertido en otra corriente estética más llamada guipiosismo nostálgico. . . ¿aunque hay hoy día algún prototipo estético que nos sea nostalgia de otro?, ¿hay de verdad algo realmente nuestro más allá del here we are now, entertain us?). Esa generación que al fin y al cabo pertenece a la misma que hoy tira el mundo por la ventana diciendo que lo gobierna. . . aquella supuesta libertad que nos daban cuando en verdad querían pasar y comer o discutir de política o ver el fútbol tranquilo. Esos que estúpidamente nos lo perdonaban unos todo como siempre y otros nada como toda la vida, no se qué es peor.
Bueno, bueno, errar es humano.
He aquí la cosecha.
¿Por qué veo que todo el mundo a mi alredor se está volviendo loco?
¿por qué? ¿por qué?. . .
. . .¿POR QUÉ?
Cuando éramos niños todo era fácil, unos eran chulos, otros pasotas, otros traviesos, otros dóciles, (a esos siempre lo mandábamos a parlamentar con los papas: papis, es que, bueno, las bengalas, bueno, la palmera, bueno, pues, bueno. . . pues, accidentalmente, veníamos buscando la manguera. . .); unos eran buenos compañeros, otros egoístas, pero buenos compañeros también, porque éramos la misma masa y todos creíamos en dulce armonía pensando que cada cual tenía sus defectos, nomás. . . Más arriba, como sobre nuestras cabezas, más alto de la alfombra sobre la que jugábamos a lo Gijoes y los cliks (nunca entenderé por qué en mi barrio llamábamos así a los Playmobil), los mayores estaban en su guerra de inseguridades y frustraciones personales, esas guerras que aún no te imaginas cuando estás creciendo y ves que ser mayor parece más fácil aún, donde nosotros éramos como escuderos secretos, pues los acompañábamos a todos lados y a veces nos usaban para restregarnos unos a otros contra la cara de los otros mayores, mira el mío lo que hace, mira el mío lo que dice, como monos de feria, todo orgullosos de su creación. . . sus pequeñas bestias. para nosotros ni siquiera era malo, creímos que la educación era un juego más, que luego podríamos ser Nosotros Mismos. Perdonábamos todo como si todo fuese a pasar completamente con la niñez.
Pero no es sino a los veititantos cuando se están viendo las consecuencias de aquellas inocentes desviaciones y proezas de los por fin libres mecanismos educativos, nuestra sagrada educación, aquellas gracias de la manipulación, de aquellos discursos postmodernos de un país que tuvo que ver por la tele el sesentayocho, y revivir los valoruchos aquellos durante los gloriosos setenta de la transición (eso que nosotros hemos convertido en otra corriente estética más llamada guipiosismo nostálgico. . . ¿aunque hay hoy día algún prototipo estético que nos sea nostalgia de otro?, ¿hay de verdad algo realmente nuestro más allá del here we are now, entertain us?). Esa generación que al fin y al cabo pertenece a la misma que hoy tira el mundo por la ventana diciendo que lo gobierna. . . aquella supuesta libertad que nos daban cuando en verdad querían pasar y comer o discutir de política o ver el fútbol tranquilo. Esos que estúpidamente nos lo perdonaban unos todo como siempre y otros nada como toda la vida, no se qué es peor.
Bueno, bueno, errar es humano.
He aquí la cosecha.
¿Por qué veo que todo el mundo a mi alredor se está volviendo loco?
¿por qué? ¿por qué?. . .
. . .¿POR QUÉ?
jueves, 22 de enero de 2004
LA CAJA DE PANDORA
Se oye que tiran de la cadena y alguien, sensiblemente adormilado, abre la puerta para salir apagando la luz al mismo tiempo, todo así en un solo gesto, estos milagros de la coordinación en semiinconsciencia. Cuando, de pronto, se detiene en el umbral y dice:
-Oh, mai god, qué es esto?
Da un paso atrás buscando a tientas el interruptor sin dejar de mirar al frente, enciende la luz. . . Aun tarda un poco en procesarse la información de su cerebro, algo así como:
Si, Anna, lo que tienes ahí delante no es producto de tu imaginación
-aaah
(dos segundos más y confirmación del mensaje): que si, Anna, que si, coño, y además da mucho mucho miedo.
-uuuuaaaaaaah. . .
(hasta que su escepticismo nórdico se da finalmente por vencido y la deja libre para reaccionar con toda la coherencia propia dada la situación)
-uuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH
En ese momento: dejo de poner los ojos en blanco, de decir uuuh como un idiota, pongo la boca otra vez horizontal, por supuesto, dejo caer la manta que me cubre la cabeza y los hombros, y abro los brazos para que pueda verme mejor.
-Soy yo, Anna,-le digo- que soy yo, que no pasa nada, soy yo, mírame, soy yo, cálmate, soy yo, mira, eh.
La abrazo con mucha ternura y un extraño respeto, pues estoy poco acostumbrado a las rubias explosivas. Dándole palmaditas en la espalda, dejo que llore sobre mi hombro y le doy besitos en la frente, angelito
-Venga. Ya pasó. Venga mi niña, ya está: Pensé que era Luigi. Tu sabes, el Capo, un tio grande y valiente, un tio duro, no tu! Joder, tia: yo se que tu eres delicada, mi niña, ay, pobrecita, lo siento, ay, mi madre, cómo tiembla!
Por dentro escucho mi propia voz: Pero que hijoputa eres, a veces es que te pasas, tio. Virgen santísima, ¡y no es su corazón lo que le siento latir al otro lado del pecho! . . .Jijijiji.
Se oye que tiran de la cadena y alguien, sensiblemente adormilado, abre la puerta para salir apagando la luz al mismo tiempo, todo así en un solo gesto, estos milagros de la coordinación en semiinconsciencia. Cuando, de pronto, se detiene en el umbral y dice:
-Oh, mai god, qué es esto?
Da un paso atrás buscando a tientas el interruptor sin dejar de mirar al frente, enciende la luz. . . Aun tarda un poco en procesarse la información de su cerebro, algo así como:
Si, Anna, lo que tienes ahí delante no es producto de tu imaginación
-aaah
(dos segundos más y confirmación del mensaje): que si, Anna, que si, coño, y además da mucho mucho miedo.
-uuuuaaaaaaah. . .
(hasta que su escepticismo nórdico se da finalmente por vencido y la deja libre para reaccionar con toda la coherencia propia dada la situación)
-uuuuuuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH
En ese momento: dejo de poner los ojos en blanco, de decir uuuh como un idiota, pongo la boca otra vez horizontal, por supuesto, dejo caer la manta que me cubre la cabeza y los hombros, y abro los brazos para que pueda verme mejor.
-Soy yo, Anna,-le digo- que soy yo, que no pasa nada, soy yo, mírame, soy yo, cálmate, soy yo, mira, eh.
La abrazo con mucha ternura y un extraño respeto, pues estoy poco acostumbrado a las rubias explosivas. Dándole palmaditas en la espalda, dejo que llore sobre mi hombro y le doy besitos en la frente, angelito
-Venga. Ya pasó. Venga mi niña, ya está: Pensé que era Luigi. Tu sabes, el Capo, un tio grande y valiente, un tio duro, no tu! Joder, tia: yo se que tu eres delicada, mi niña, ay, pobrecita, lo siento, ay, mi madre, cómo tiembla!
Por dentro escucho mi propia voz: Pero que hijoputa eres, a veces es que te pasas, tio. Virgen santísima, ¡y no es su corazón lo que le siento latir al otro lado del pecho! . . .Jijijiji.
martes, 20 de enero de 2004
Yo soy el típico que llega a clase, abre su carpeta y la revisa entera buscando folios a los que aun les quede una cara libre.
Esta mañana han sido: el ábaco de Dariés para pérdida de carga según la fórmula de Flámant, la estrofa suelta de una letra de Expérience (Essayer, ¿ah, pero la canción seguía?), un par de caligramas mu sugerentes que encontré en internet y una hoja de cuadros arrancada de la libreta de un compañero que me sobró cuando la semana pasada estuve en la misma situación.
Yo soy el típico, vaya, el típico!
Esta mañana han sido: el ábaco de Dariés para pérdida de carga según la fórmula de Flámant, la estrofa suelta de una letra de Expérience (Essayer, ¿ah, pero la canción seguía?), un par de caligramas mu sugerentes que encontré en internet y una hoja de cuadros arrancada de la libreta de un compañero que me sobró cuando la semana pasada estuve en la misma situación.
Yo soy el típico, vaya, el típico!
domingo, 18 de enero de 2004
FUNcionalismo, Fuckcionalismo.
A todo el mundo le gusta jugar, pero no todo el mundo juega. . . La verdad es que es difícil, los Carcamales, están por todas partes.
Yo trato de hacerlo continuamente, aunque a veces se me olvide, aunque a veces baje la guardia y me deje amansar. Lo intento a menudo, soy constante, fiel, casi vicioso, sobre todo si el juego rompe una regla que solo regla inventando nuevos límites que respetar, me gusta romper, trasponer, malversar, descubrir nuevos hilos o simplemente cambiarlos de sitio y ver que pasa, utilizar los medios que el mundo nos pone a mano sin darse cuenta de lo que realmente pueden hacer, eso que no te habían dicho, bien porque no lo pensaron, bien porque no estaba estipulado, o bien por que no se atrevían, deshacer las distancias en los sonidos y las señales en sus propios esquemas, saltar tiempos, girar al otro lado, vagar por las fisuras por donde poder al fin respirar, pegar la hebra, hurgar entre la hierba. . .
No hablo de otra Revolución de Mierda, ni de utopismos intempestivos, sino de fijarse esos pequeños detalles, aparentemente superficiales, que conforman la textura de la realidad y cambiar inocentemente un parámetro para ver como se vuelve rugosa, por fin la memoria de adhiere y se siente la vida rozar.
Así un día ves que en una cabina donde debía decir Phone, al lado de un dibujo muy esquemático de un auricular, alguen puso Poem, del mismo modo que suena por la noche un teléfono y del otro lado se oye alguien que tose hace aspavientos tratando de controlar el volumen de su voz. . . -¿ya?. . . -¡ya!. Y te sientes libre, porque entre dos puntos del espacio que supuestamente no podrías medir, por veinte minutos alguien más se ha aliado para retar otra vez al Vacío.
Por lo menos alguien más ha comprendido lo que está pasando
A todo el mundo le gusta jugar, pero no todo el mundo juega. . . La verdad es que es difícil, los Carcamales, están por todas partes.
Yo trato de hacerlo continuamente, aunque a veces se me olvide, aunque a veces baje la guardia y me deje amansar. Lo intento a menudo, soy constante, fiel, casi vicioso, sobre todo si el juego rompe una regla que solo regla inventando nuevos límites que respetar, me gusta romper, trasponer, malversar, descubrir nuevos hilos o simplemente cambiarlos de sitio y ver que pasa, utilizar los medios que el mundo nos pone a mano sin darse cuenta de lo que realmente pueden hacer, eso que no te habían dicho, bien porque no lo pensaron, bien porque no estaba estipulado, o bien por que no se atrevían, deshacer las distancias en los sonidos y las señales en sus propios esquemas, saltar tiempos, girar al otro lado, vagar por las fisuras por donde poder al fin respirar, pegar la hebra, hurgar entre la hierba. . .
No hablo de otra Revolución de Mierda, ni de utopismos intempestivos, sino de fijarse esos pequeños detalles, aparentemente superficiales, que conforman la textura de la realidad y cambiar inocentemente un parámetro para ver como se vuelve rugosa, por fin la memoria de adhiere y se siente la vida rozar.
Así un día ves que en una cabina donde debía decir Phone, al lado de un dibujo muy esquemático de un auricular, alguen puso Poem, del mismo modo que suena por la noche un teléfono y del otro lado se oye alguien que tose hace aspavientos tratando de controlar el volumen de su voz. . . -¿ya?. . . -¡ya!. Y te sientes libre, porque entre dos puntos del espacio que supuestamente no podrías medir, por veinte minutos alguien más se ha aliado para retar otra vez al Vacío.
Por lo menos alguien más ha comprendido lo que está pasando
sábado, 17 de enero de 2004
D.H.Lawrence tiene, como Gloria Fuertes o los Cure, la capacidad decir las cosas más complicadas con esa sencillez, que te da la impresión de haber estado buscando las palabras desde hacía tiempo. Me encantan la gente que sabe definir sin sentenciar ni imponerse, en definitiva mostrar la realidad desgranada como si le hablaran de uno mismo . . . ahí entonces, cojo yo, y leo como más lento, a veces releo, incluso alzo la voz para escucharlo mejor. Me demoro todo lo que puedo.
Pero cuando se me pone bucólico, me cuesta un poco soportarlo, así que le cojo ritmo para pasar un poco más deprisa sin perder la atención, nunca se sabe . . .
El sol inundaba la habitación vacía, que aún olía a chuleta de cordero asada en un asador holandés, ante el fuego, porque el asador estaba aún sobre los hierros, y la negra cacerola de patatas descansaba sobre un trozo de papel, junto a ella, en el hogar blanco. El fuego rojo ardía lentamente; el gancho estaba bajado y la olla cantaba.
Al llegar al punto final, cualquiera que tenga el oído demasiado habituado al francés, podrá experimentar la ridícula sensación de haber leído la palabra semáforo.
Ji, Ji, ji, ji.
Pero cuando se me pone bucólico, me cuesta un poco soportarlo, así que le cojo ritmo para pasar un poco más deprisa sin perder la atención, nunca se sabe . . .
El sol inundaba la habitación vacía, que aún olía a chuleta de cordero asada en un asador holandés, ante el fuego, porque el asador estaba aún sobre los hierros, y la negra cacerola de patatas descansaba sobre un trozo de papel, junto a ella, en el hogar blanco. El fuego rojo ardía lentamente; el gancho estaba bajado y la olla cantaba.
Al llegar al punto final, cualquiera que tenga el oído demasiado habituado al francés, podrá experimentar la ridícula sensación de haber leído la palabra semáforo.
Ji, Ji, ji, ji.
¿Estaban ahí para vernos mejor a nosotros o para que nosotros los veamos a ellos?
Esta mañana me he levantado y por la ventana de la cocina he visto un montón de globos que se elevaban por el cielo y se dejaban llevar por el viento, uno a uno, en un lento goteo. Y como si todo el mundo tuviese que tener en la cabeza, como si fueran suyas, mis propias obsesiones, me he dicho: Muy bonito, pero hay otras formas más rápidas de cruzar un país.
Esta mañana me he levantado y por la ventana de la cocina he visto un montón de globos que se elevaban por el cielo y se dejaban llevar por el viento, uno a uno, en un lento goteo. Y como si todo el mundo tuviese que tener en la cabeza, como si fueran suyas, mis propias obsesiones, me he dicho: Muy bonito, pero hay otras formas más rápidas de cruzar un país.
viernes, 16 de enero de 2004
Enga niño, Ámonos por Soleares
En el portal de Belén
hay estrellas sol y luna
pero no lo necesito
si te metes en mi cuna
ande ande ande, perdonda morena
convierte esta noche en
una noche buena
Las chorradas a uno se le ocurren cuando se enfrenta a la noche con un pequeño sentimiento de culpa. ¿Qué diría el Niño del Almendro, este niño grande pero no mucho, de pelo blanco y ojos azules que antes de servirte el rioja te pide que habrás tu la botella porque el corcho está mu duro, mientras del sótano ya suben las primeras coplas de la madrugada?
¿Se lo digo?...
Se va a reír de mi, además, ¡a quien le importa que no sepa callarme a tiempo lo de que me había equivocado de número?
¿Pero si se la escribo y le paso el papel? Igual se ríe, o se burla de mi sin reírse, que es peor. O Igual no dice nada, pero igual coge y se arranca a cantarla él mismo, así, alargando las silabas jóndamente mientras piensa como adaptar la siguiente frase a la música.
Pero yo soy un payo tímido, así que le brindo un saludo con la copa y le devuelvo el sacacorchos.
-Gracias Niño
En el portal de Belén
hay estrellas sol y luna
pero no lo necesito
si te metes en mi cuna
ande ande ande, perdonda morena
convierte esta noche en
una noche buena
Las chorradas a uno se le ocurren cuando se enfrenta a la noche con un pequeño sentimiento de culpa. ¿Qué diría el Niño del Almendro, este niño grande pero no mucho, de pelo blanco y ojos azules que antes de servirte el rioja te pide que habrás tu la botella porque el corcho está mu duro, mientras del sótano ya suben las primeras coplas de la madrugada?
¿Se lo digo?...
Se va a reír de mi, además, ¡a quien le importa que no sepa callarme a tiempo lo de que me había equivocado de número?
¿Pero si se la escribo y le paso el papel? Igual se ríe, o se burla de mi sin reírse, que es peor. O Igual no dice nada, pero igual coge y se arranca a cantarla él mismo, así, alargando las silabas jóndamente mientras piensa como adaptar la siguiente frase a la música.
Pero yo soy un payo tímido, así que le brindo un saludo con la copa y le devuelvo el sacacorchos.
-Gracias Niño
jueves, 15 de enero de 2004
Honestidad... (postdata al defensor de las neveras)
Aquel lugar no estaba todo pintado de blanco nuclear sino de colores más o menos alegres repartidos con claridad. Sus mesas eran sencillas pero no estériles, yo no era una mancha más en la foto para una revista, y se podía ver cómo las estanterías al econtrarse con la pared, y está, deslizándose por debajo del cuadro (oh, dios mio: cuadros), con los marcos de las ventanas, luego el techo con las lámparas, el suelo con la barra, la barra con los grifos y los colgaderos de la cocina otra vez con la pared, con el techo y con una viga que pasaba por ahí... no disimulaban sus encuentros bajo coplicados artificios para hacerlos parecer "minimalistas", sino que lo eran mostrando sin miedo la inteligencia, la elegancia, la tranquilidad y la frescura de las ideas sencillas...
Minimalista no es tanto un lugar mínimo en la estética como mínimo en gestos a la hora de construirse, de encontrar sus soluciones: El mínimo en recursos da lugar con toda seguridad a una estetica de lo sencillo, pero que esto suceda al revés, está por ver.
La misma noche, un poco mas tarde hojeaba un libro llamado Danubio, en el que Claudio Magris va contando su viaje, y me paré en una frase en el pasaje que habla su visita al Karl Marx Hoff...
"...el placer Kitch por lo falso y lo vulgar, es el gusto de la ideología a la que se le han amputado la ideas."
Aquel lugar no estaba todo pintado de blanco nuclear sino de colores más o menos alegres repartidos con claridad. Sus mesas eran sencillas pero no estériles, yo no era una mancha más en la foto para una revista, y se podía ver cómo las estanterías al econtrarse con la pared, y está, deslizándose por debajo del cuadro (oh, dios mio: cuadros), con los marcos de las ventanas, luego el techo con las lámparas, el suelo con la barra, la barra con los grifos y los colgaderos de la cocina otra vez con la pared, con el techo y con una viga que pasaba por ahí... no disimulaban sus encuentros bajo coplicados artificios para hacerlos parecer "minimalistas", sino que lo eran mostrando sin miedo la inteligencia, la elegancia, la tranquilidad y la frescura de las ideas sencillas...
Minimalista no es tanto un lugar mínimo en la estética como mínimo en gestos a la hora de construirse, de encontrar sus soluciones: El mínimo en recursos da lugar con toda seguridad a una estetica de lo sencillo, pero que esto suceda al revés, está por ver.
La misma noche, un poco mas tarde hojeaba un libro llamado Danubio, en el que Claudio Magris va contando su viaje, y me paré en una frase en el pasaje que habla su visita al Karl Marx Hoff...
"...el placer Kitch por lo falso y lo vulgar, es el gusto de la ideología a la que se le han amputado la ideas."
miércoles, 14 de enero de 2004
La habitación ya entera dispuesta para la dura vida, la mesa ordenada que empieza a desordenarse, el ordenador listo, con sus 19 pulgadas, tan gordo que parece mirarme como un ojo idiota, los posters en la pared, con algunas fotos y papelotes, los libros, los apuntes, las lámparas, la vieja y la nueva, el tablero con algunos corquis ya en caliente, los rollos colgando de sus dos cuerdas como en todas las habitaciones que han sido mias desde hace años, la ropa en el armario doblada con cuidado pero solo hasta que me canso de doblarla… Al extender las sábanas limpias me ha parecido ver unas sombras, algunas manchas de Nocilla o aceite de aquellos días en que la habitación solo era una cama y dos mesitas, un triste escritorio y una caja de cartón con mantelotes de caña para no parecerte tan cutre y algún pelo largo que no ha querido marcharse.
Decía mi amigo Rodrigo que cuando hace frío, aunque su cama sea grande, siempre duerme en el borde, luego, conforme va entrando el calor, ya duerme todo despatarrao, traspuesto o en diagonal. Yo hoy he dormido en un ladito, todo recto (hay gente que se rie de mi porque duermo así, tan canijo y todo tieso, como un faraón, dicen, aunque desperdicie un metro cinco de sabanas térmicas vacías a mi lado). La verdad es que me ha costado dormir. La habitación me es ahora, curiosamente, con todo mi mundo instalado dentro, más extraña que cuando aun no me había mudado… De tanto pensar en esto me he acabado por meter en esa nube de imágenes semicontrolable que sobreviene justo antes del sueño real…
He puesto los muebles como antes, he vaciado los cajones y el escritorio, lo he sacado todo, he recubierto de polvo las estanterías, he vuelto a traer la basura y la he vuelto a extender por el suelo, incluyendo los corazones de manzana en la mesita de noche, y así he seguido en ese estado de la noche en el que miras el techo sin que importe si sigue o no ahí delante de los ojos…
Los kleenex en el segundo cajón, un sorbito de agua también, mas tranquilo, relajado ya, me pongo finalmente de lado y me acomodo convencido como cuando la almohada te hace llegar a una conclusión. Sonrio entre nostálgico y divertido: me duermo acordándome del trozo de cenicero que encontré por el suelo de la terraza y de la noche que Arnau nos dijo que la adolescencia es la época en que aun te crees que lo de masturbarse es transitorio.
Decía mi amigo Rodrigo que cuando hace frío, aunque su cama sea grande, siempre duerme en el borde, luego, conforme va entrando el calor, ya duerme todo despatarrao, traspuesto o en diagonal. Yo hoy he dormido en un ladito, todo recto (hay gente que se rie de mi porque duermo así, tan canijo y todo tieso, como un faraón, dicen, aunque desperdicie un metro cinco de sabanas térmicas vacías a mi lado). La verdad es que me ha costado dormir. La habitación me es ahora, curiosamente, con todo mi mundo instalado dentro, más extraña que cuando aun no me había mudado… De tanto pensar en esto me he acabado por meter en esa nube de imágenes semicontrolable que sobreviene justo antes del sueño real…
He puesto los muebles como antes, he vaciado los cajones y el escritorio, lo he sacado todo, he recubierto de polvo las estanterías, he vuelto a traer la basura y la he vuelto a extender por el suelo, incluyendo los corazones de manzana en la mesita de noche, y así he seguido en ese estado de la noche en el que miras el techo sin que importe si sigue o no ahí delante de los ojos…
Los kleenex en el segundo cajón, un sorbito de agua también, mas tranquilo, relajado ya, me pongo finalmente de lado y me acomodo convencido como cuando la almohada te hace llegar a una conclusión. Sonrio entre nostálgico y divertido: me duermo acordándome del trozo de cenicero que encontré por el suelo de la terraza y de la noche que Arnau nos dijo que la adolescencia es la época en que aun te crees que lo de masturbarse es transitorio.
sábado, 10 de enero de 2004
Es la primera vez que paso el seis de Enero en un pais por el que no pasan los tres reyes magos mas que en forma de pastelito con chorradita, por cierto, bastante mejor escondida que en nuestros roscones, donde la mayoria de las veces hay como una extraña protuberancia que muy casualmente siempre le cae al cabron de mi primo pequeño... y corona de carton (aunque quiza por eso mismo me hizo tanta ilusion ser rey por un rato). No obstante, el domingo por la mañana tuve la impresion de que Basaltar se habia acordado de mi...(y eso que yo creia que Burdeos no pilla camino de ninguna parte), tanto que incluso crei que era seis de Enero. Tanto tantisimo que hasta llamé a mis viejos:... "feliz dia de reyes papa, qué os han traido?"... "Hoy es cuatro de Enero, no seis, melòn!"... y que le han traido los reyes a este tio para ponerse asi? diran... Pues no se a ustedes, pero a mi me han traido una mañana entera con un frio de la leche y un sol imponente, y una torre de piedra que sube y sube, mas grande que un cohete espacial, y mas currada, y al pie de ella una plaza ocupada por un millon de objetos mas o menos cuidadosamente organizados, pero no amontonados, ni tirados, sino dignamente, con urbanidad, como corresponde a un objeto que deseara tener precio aunque fuese por ultima vez... El domingo en Saint Michel es como si un mar se retirara dejando ver todas las cosas olvidadas por la Humanidad... Reconozco que he comprado alguna de ellas, y algunas otras simplemente me las han regalado, asombrados de que a alguien les pudiese interesar, pero lo que mas ha valido, para mi, es que me hayan traido unas horas mas de mi vida para vagar como loco por este mercado, mirando y cocandolo todo como si todo me perteneciese.
lunes, 5 de enero de 2004
De toutes petites ampoules suspendues pour toi qui observais le ciel
tous les soirs, pas des étoiles ordinaires, pas des étoiles ordinaires.
Ensemble, on découvrait dans un fossé un minuscule aéronef, une lampe de poche reliée à un ballon dégonflé, sur la plaque de carton j’ai lu " Piles Varta, fin 82 / début 83".
tous les soirs, pas des étoiles ordinaires, pas des étoiles ordinaires.
Ensemble, on découvrait dans un fossé un minuscule aéronef, une lampe de poche reliée à un ballon dégonflé, sur la plaque de carton j’ai lu " Piles Varta, fin 82 / début 83".
He vuelto por unos dias a una ciudad. La recorro, me reencuentro mis lugares, que en general no han cambiado (y me dan esa tonta sensacion de fidelidad cuando no han hecho mas que permanecer). Estoy lleno de emociones, que se siguen una tras otra, se apelotonan, se entrecruzan, bailan o se enredan hasta caerse de bruces en una gran interrogante... la cabeza vuela, hablo solo y se me llena de palabras como de espuma, podria hablar de todo lo que se me pasa por la cabeza, pero si empiezo no pararia, asi que no lo haré...
Solo que al recorrer estas calles en bicicleta, me parece que todo se va dibujando como si la misma ciudad saliese del giro de mis propias ruedas tal y como yo lo recordaba, y puedo acelerar adelantandolo todo o demorarme hasta pararme a fijarme en un detalle. Empiezo a pensar que para reencontrar una ciudad como esta... que es toda planita y extensa, no hay nada mejor que la bicicleta. Mi memoria, en verdad, tiene ritmo de bicileta. Si fuese andando se impacientaria, se aturrullaria, tendria que adaptarse y pensarse un poco mas la distancia y el tiempo, y el coche seria como un cine de seis pantallas panoramicas que ademas no puedes pararte en los puestecillos, ni dejarlo en la hierba y tumbarte un momento a rularte un pito.
Solo que al recorrer estas calles en bicicleta, me parece que todo se va dibujando como si la misma ciudad saliese del giro de mis propias ruedas tal y como yo lo recordaba, y puedo acelerar adelantandolo todo o demorarme hasta pararme a fijarme en un detalle. Empiezo a pensar que para reencontrar una ciudad como esta... que es toda planita y extensa, no hay nada mejor que la bicicleta. Mi memoria, en verdad, tiene ritmo de bicileta. Si fuese andando se impacientaria, se aturrullaria, tendria que adaptarse y pensarse un poco mas la distancia y el tiempo, y el coche seria como un cine de seis pantallas panoramicas que ademas no puedes pararte en los puestecillos, ni dejarlo en la hierba y tumbarte un momento a rularte un pito.
domingo, 4 de enero de 2004
Quien no ha leido alguna vez, y mas de una, probablemente, el reverso de la caja de cereales, o en el baño, a falta de comic o de un viejo Semanal, las istrucciones de uso de un champoo, las etiquetas de cualquier bote... asi, tomo una cajita de carton, la leo entera, pero no es suficiente o el que no sea suficiente es solo una excusa, para sacar las pastillitas (serigrafiadas,ahora lo distingo), con una inscripcion que se repite hacia arriba y hacia abajo en diagonales sobre papel brillante, luego el papelito, y me acerco como por azar pero dudo que sea realmente azar mientras lo deslio, como si supiese desde el principio a donde iba... Principes actives/ acetate de cytroperone, 2mg, ethilnilestradiol, 0.35mg... Excipients... polyvidone, sterate de magnésium, saccharose, polyvidone K90, carbonate de calcium, magracol 6000, dioxyde de titane, glycérol, cire E, oxyde de fer... leo y releo tres o cuatro veces, sin entender nada, pero una y otra vez,como si el hecho de leer hiciese sentir cerca de los que saben.
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