Dedicado a Un Amigo
y a Un Amigo 2
Una de esas noches en las que entre la hora en que decidí salir solo y dejarme encontrar a quien por casualidad coincidiera con mi deambular, como en los viejos tiempos del COU (yo tuve un COU muy oscuro), en que me lanzaba sin plan a lo que fuese... hasta que vuelvo a casa a 90km/h por el paseo marítimo con ese hueco en el corazón que me producen estas noches y un poco de tecnorock sucio, malote, susurrado y lascivo , saliendo como un humo pesado por la ventanilla abierta de mi coche, he visto tanta gente distinta... tan distinta como son distintos los amigos de la adolescencia de seres completamente desconocidos, que sin embargo también están ahí y es cuestión de unos metros o unos minutos, para pasar de un mundo a otro; distintos como son distintas las plazas de otras calles de otros bares distintos a horas distintas que los van cambiando como si fuese el tiempo el que recorre los objetos, porque los objetos y yo, estamos parados, porque somos los mismos.
La de anoche fue una de esas noches en las que mientras conduzco veo pasar por mi mente todos los seres, todos los monstruos, todos los escenarios, en una galería de capítulos tal y como me han ido llegando, entre los que a veces no alcanzo a ver la transición, olvidando una calle, una birra, una mirada.
Y aunque no me ha ocurrido nada en especial, aunque vuelvo con las mismas manos vacías de historias y sin saber bien qué he hecho realmente al haber salido, por la manera en que no me esperaba nada de lo que ha pasado en estas cinco horas, no me siento menos rico que una especie de Alicia que acaba de despertar en su barca.
Quizá sea exagerar, porque no me he comido unas setas, pero todo se andará, mi niña, todo se andará.
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