martes, 28 de diciembre de 2004

(te dejo con la mente en blanco, de blanco lunar, blanco manchado de blanco, exhausta y plena, rendida y triunfal, con el corazón recobrando su ritmo tranquilo, hudiéndose en el silencio, el sueño que se extiende con la paz una mancha de aceite y un puñado de mariposas bailándote entre las costillas. Me llevo tus susurros que suenan como las sábanas al rozar, tu olor a mujer en pijama, a sexo y a saliva, me meto de nuevo en el cajón de tu escritorio, lo cierro con cuidado de no despertarte… regreso por la ruta que abrieron los monstruos verdes cuando eras niña, este atajo que he encontrado que une tu cuarto con la playa blanca donde crecí, y que hace mucho tiempo que ya no es blanca, pero qué más da eso a estas horas de la noche)


sábado, 25 de diciembre de 2004

/Japiberdei/

Golfo cumple 1 año

        Hace un año que rellené un formulario sin entender mucho qué pasaría después. Hace un año que a falta de una idea me acordé de una colega mía, que cuando me ve llegar con esa cara que quienes me conocen bien sabrán cual es, me dice: ¿y esa cara, golfillo?. Y de que entonces esto me hace darme cuenta de dos cosas: una es lo bien que me sienta cierta felicidad, sencilla pero que solo puedo describir como algo muy parecido a llevar un pájaro en el bolsillo; la otra es que la quiero a horrores.
        Hace un año más o menos que alguien me dio algo más que una gran idea...
        Hace un año más o menos que Golfo hubo que hacerse una identidad en la blogósfera que le permitiera, entre otras cosas, infiltrarse en el mismo complejo entramado donde encontró a la terrible, perversa y bellísima científica, y comprender mejor sus despiadados experimentos poéticos... Y finalmente dejarla escapar así como quien no quiere la cosa, al aceptar que un bicho así no debe ser atrapado para siempre, por terrible o por hermosa que sea... y aunque te convierta por unos días, por ejemplo, en una jirafa.
        Golfo surgió en medio de una época desbaratada, durante la que estaba soltando y atando cabos, una colisión, un chispazo de esos que dejan flotando en la nada trocitos de nosotros mismos como este blog, un fuego en el camino, o una placa de mármol reventada en cualquier pensión de Barcelona.
        He de reconocer que no estuvieron nada mal mis dias de jirafa.
        Hace un año más o menos que comencé a expandirme más allá de lo material pero algo menos de lo inmaterial.
        Hace un año, exacto, desde que empecé a tener una parte de mi conciencia de mi mismo pendiente en secreto de este trozo de nada que flota entre nosotros y que solo podemos ver asomados por la pantalla del ordenador.
        Hace mas o menos un año, que empezó a hacerse posible conocernos, y aunque a alguno no hace ni un mes que os conozco, ¿qué habría pasado si hace un año no hubiese cargado la página de blogger y no hubiese rellenado el formulario sin entender mucho qué pasaría después?
        Hace un año, hay gente que no habla de estas cosas, en verdad no quiere decir más que va una vuelta al sol y el planeta sigue a gran velocidad (29,76 Km/s, que tardaría 4s en llegar de granada a Málaga lo cual no impresiona mucho, pero se hace 930 millones de kilómetros en 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, follao, vaya)…



viernes, 17 de diciembre de 2004

Two seconds, a lifetime


¿Qué estás esperando?

Hoy he visto unas choperas y me han dado unas ganas locas de cruzarlas corriendo. Sin embargo, he sentido al siguente mirándome, he dado las gracias al gasolinero, me he metido en el coche y he partido de nuevo no sin la sesación de que a veces nuestras vidas podrían describirse con solo un signo de interrogación.

lunes, 13 de diciembre de 2004

Ver tu ciudad por los ojos de tus visitantes

        Todas las ciudades, las bonitas y las feas, son maravillosas, porque la ciudad, de por si, es un hecho sorprendente. La ciudad es un sistema activo y abierto (y la que no, es pura pretensión, una falacia): la ciudad es un tejido vivo, con sus placeres y sus dolores, con sus cosas buenas y sus terribles enfermedades y achaques de ciudad, pero vivo de un modo u otro. …¿y no es increíble la vida?
        Pero esto se nos olvida a veces, desdibujado por lo cotidiano, por la rutina, por el cansancio que nos hace llegar a casa con el único deseo de cerrar los ojos y esperar a que llegue otro día, para levantarnos como nuevos y tirarlo igual por la ventana.
        Sin embargo, a veces, la visita de alguien a quien se quiere me hace revalorizar sin darme cuenta mi lugar, mis barrios, mis calles, mis rincones, mis ambientes… mi ciudad en suma. La que me toca. Cuando viene alguien que me importa, por ese tiempo, no solo trato de mostrar lo mejor de mi ciudad, sino que saco de mi mismo la capacidad para poder apreciarlo y de que esta persona pueda verlo también a través de mi óptica . Así agarro mi ciudad, le busco los brillos donde los solía encontrar, y cuando los reconozco, trato de regalarla, si no la ciudad, al menos algo que le pertenece y que la hace única, algo que trato de concretar delante de esta persona, pero que no deja de ser también una parte de mi mismo.
        Y trato de dárselo simplemente porque mientras no está y se echa de menos, no podría darlo… por ese instinto nuestro de querer equilibrar el pequeño vacío en el tiempo que nos ha separado. Ese instinto que lo mismo nos echa a follar fieramente, que a pasear incansablemente por los lugares de todos los días, chequeando cada poro de la realidad.
        Cuando se vive en una ciudad es fácil olvidar lo bueno que tiene, quizá porque se la somete a crisis constantemente, cada vez que uno se queja, cada vez que se comprueba cómo tal esquina o tal situación no ha mejorado, cada vez que se detiene uno en el semáforo interminable o pasa una autobús llenando todo de humo o un gilipollas simplemente… (la gilipollez es que es dura de asumir, por mucho que uno crea tener experiencia, siempre parece la primera vez).
        Un visitante, es pues, una tregua, una reflexión. Un nuevo elemento exterior que se introduce por un rato en el sistema y nos revela como el sistema, tan frágil, tan precario y tan impresionante a la vez, sigue funcionando, y las pequeñas luces brillan aún: cómo una ciudad es una ciudad porque es habitable, porque puede soportar un instante de felicidad.
        Acabo de dejar a Mica en la estación, después de dos días caminando por ahí y hablando sin parar, mirándolo todo como niños en un supermercado (en verdad como siempre que, dado que no tenemos mucho en común salíamos a buscar lo que nos gustaba por ahí). La visita de Mica, me ha hecho ver que lo echaba de menos bastante más de lo que creía, pero al tiempo me ha hecho comprobar lo mucho que me echaba de menos también a mi mismo.

jueves, 2 de diciembre de 2004

El Espacio Lynch


        En matemáticas, corríjame, por favor, señor Matemático, el espacio euclídeo o afín se genera con un número de parámetros determinado según las dimensiones: un parámetro por cada una, por ejemplo, el parámetro X que define el eje que va de un lado al otro, el Y, que une lo que está arriba con el abajo, y el Z para distinguir entre lo lejano y lo cercano, lo que está delante y lo que queda detrás.
        Con esos parámetros podemos situar cualquier punto en este espacio, comprender cualquier figura y su movimiento. Y esta es la representación más sencilla del espacio tal y como lo comprende la inteligencia.
        Además existe el espacio proyectivo, en el que se introduce un parámetro más a las coordenadas afines, de modo que hace posible que dos paralelas, que en el espacio euclídeo nunca se tocarían, puedan encontrarse ahora en el infinito. Aunque a priori es más difícil de entender o de explicar, pero esta es la representación del espacio más afín a la manera en que lo perciben nuestros ojos.
        David Lynch, en sus películas, toma también historias contadas, comprensibles, situables con coordenadas, dentro del espacio euclidiano, e introduce un parámetro nuevo para hacerlas legibles por los sentidos… pero el parámetro de Lynch no es exactamente el mismo que hace que hilos paralelos tengan un punto común en el plano del infinito (donde al fin y al cabo vemos cruzarse todas las historias paralelas del mundo)… se cruzan, sin duda, pero no en el infinito, sino en verdad mucho antes de llegar hasta él… tal vez incluso algo después.
        Y esto es lo que hace que surjan películas como Mulholland Drive.


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