lunes, 30 de mayo de 2005

Tintineo (con permiso… )

                 Llueve por primera vez desde hace semanas, me gusta el brillo de la calle al subir, tortuosa pero directa como una serpiente perezosa... huele a húmedo y conforme subo hacia casa la ciudad empieza a verse cada vez más baja, un mundo lejano, casi ausente, los puntos de luz van desdibujando los volúmenes como una constelación que velara las sombras. Más arriba, la cal de las fachadas azulada por las farolas, desconchones, grafitis en general menos bonitos que el que vienes de descubrir, las piedras brillando bajo los pies, silencio en la placeta, sin vecinos, sin peregrinos, sin pasajeros, sin visitantes... el teatro del día a día cerrado. Yo noche a noche subo esta calle, saco las llaves antes de llegar la puerta del patio, tintineo en el que me reconozco a mi mismo: es el sonido de mi llegada a solas al final del día. En general me cuesta acostarme directamente, así que echo un pito en la terraza, -las Torres Bermejas de lejos, apagadas, o la catedral, que a oscuras es como un hipopótamo dormido-… o me da por pasear en la World Wide, y esta noche voy y me encuentro todo esto reflejado, por casualidad, como en un charco.

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