Venga golfo, venga hombre, olvídalo por un rato, ahora no lo pienses, abstráete, déjalo a un lado por un rato... venga tio, no le des vueltas ahora que no te sirve de nada... relájate, intenta abstraerte un poco.
Soy un hombre fuerte. Puedo tolerar muchas cosas. Puedo abstraerme del dolor, del desgaste del esfuerzo, de cierta cantidad de estupidez y hasta de hipocresía, puedo tolerar de grandes ruidos y peores silencios, puedo abstraerme de que las cosas no den el placer que quisiera, o que no sean tan hermosas como yo creo que podrían ser, puedo tolerar lo contradictorio sin poesía, lo incomprensible sin misterio, la antipatía, el egoísmo, la tristeza, lo malo sin dejar de luchar contra él. Tengo claro que la frontera entre lo malo y lo bueno no es una línea fina y definida sino más bien un teritorio por el que todos estamos obligados a caminar. Tengo aguante, ironía, comprensión, empatía, cojones y cierto humor negro.
Pero hay algo que no tolero, algo que no puedo soportar... aunque los compañeros me digan contínuamente: que me relaje, que pase un poco, que me antraiga. Por más que lo intento, sigue ahí apretándome como una pequeña araña que quiere abrir en mi pecho ocho enormes patas:
Soy incapaz de abstraerme de la injusticia.
Me pasa desde pequeño, y me daba cuenta cada vez que recibía un palo. Al principio pensaba que era cosa de una madurez un poco prematura que debía controlar si no quería que me estigmatizaran en aquella jungla de crueldad, lápices standler, libros santillana, anaya, y carteras invicta o nike, entonces, lograba callarme a veces; luego, pensé que eran romanticismo justiciero adolescente, entonces no me callaba y recibía, y aquello de el estigma a mi espíritu grunge hasta le parecía seductor (aunque lo que es yo, no es que sedujera demasiado); después, simple ingenuidad que se me pasaría más tarde o más temprano... pero a mis veintiseís años, empiezo a pensar que es mucho más grave, que es parte de mi caracter, tanto para bien como para mal. Supongo que es lo que quiere decir con alquello de que la vida es dar... y recibir. Y cuanto más das, más, lo juro, más recibes. Me pasa desde pequeño.
lunes, 26 de abril de 2004
Reo de defensión (idiota).
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