Puente
Hoy he pasado por el puente de piedra. Abajo la tierra estaba seca, resquebrajada, y sus pasos estaban ahí inmóviles, sus surcos de haberse lanzado en el barro como para parar un balón, solo por disfrazar con otra figura el placer de lanzarse al barro. Sus huellas estaban allí, y en más de una me ha parecido ver sus pies hundirse y volver a salir con esfuerzo y risas contenidas.
Dicen que en la luna no hay viento, que las huellas del Amtrong se quedaron ahí y ahí siguen... (sin embargo... ¿no ondeaba esa estúpida bandera?) Si hay cambio de temperaturas el aire, la atmósfera al menos, circulará, supongo que habrá vientos. Pero esa no es la cuestión. Si uno no puede subir a ver la huella después del tiempo, la verdad, no se por qué armar tanto escándalo aquí abajo por un zapato rechoncho en la arena.
Sigue allí el rastro de aquella tarde, los gritos en mi cabeza, los bailes, alguna miraba, alguna señal entre cabezas anónimas a 25 metros que separan dos universos... sigue ahí y me recuerda a las huellas que estudian en los documentales de la segunda cadena, intentando buscar la identidad, el significado, las costumbres de la bestia.
He pensado en un par de curiosos haciendo especulaciones ante los ojos atónitos de los nativos indiferentes que van ha hacer sus compras, a sacarse el carnet, a poner gasolina o a votar... y me he alegrado enormemente de haber sido comprensivo, empático, envidioso, cómplice... delciosamente apátrida.
Aunque ellos estén ahora porbablemente por la misma ciudad haciendo lo que todos hacen.
martes, 25 de mayo de 2004
domingo, 23 de mayo de 2004
He encontrado esta frase en un papelito que lleva meses dando vueltas por el cuarto.
Estaba escrita junto a un número de teléfono, pero con bolígrafo distinto, con lo que, dada mi costumbre de llevar papelillos en los bolsillos donde voy apuntando los números de teléfono y las cosas que debo o quisiera hacer cada tarde, todo por la vaguera brutal que me da quitarme el macuto, ponérmelo delante, abrirlo y buscar la agenda, no teniendo sino mis planes dispersos por todos los recortes del bolsillo, que voy sacando al azar para apuntar una dirección o un número de teléfono que a lo sumo se quedará dando vueltas por mi cuarto como este papelito que tengo aquí y en el que pone…
“ese estado donde se tocan el haberse resignado a esperar y el no esperar nada”,
.
…, en fin, me es imposible ubicar la frase, recordar si la escuché o la leí en algún sitio.
Está claro que me impresionó y que en aquel momento la entendí y la cogí y la guardé por si la pudiese necesitar, supongo, porque si no, ¿qué coño hace esta frase en la esquina de un prospecto escrita de mi puño y mi letra?
Quizá si llamo al número de teléfono que hay encima...
sábado, 22 de mayo de 2004
Asombrado del mundo alcancé una edad
En que daba puñetazos al aire y lloraba solo
Escuchar conversaciones de hombres y mujeres
y no saber que contestar no da mucha alegría.
También esto pasó: ahora no estoy solo
Y si no se qué contestar puedo prescindir de ello
Encontré compañeros encontrándome a mi mismo.
-Cesare Pavese, Antepasados.
miércoles, 19 de mayo de 2004
Construcción
Quien no es capaz de ver el poder poético de la construcción, no es arquitecto, del mismo modo que quien no cree en la capacidad de un idioma de sostener un poema, no puede llamarse poeta. Podrá ser un artista, podrá ser sensible, pero nunca un poeta, y si dice llamarse poeta no será más que un charlatán.
Picasso, Kupka o Matisse, no empezaron a experimentar con su lenguaje de formas más o menos abstracto, sin antes haber aprendido a dibujar, a representar las formas tal y como las veían sus ojos y controlar los medios para permitir que esas formas y esos medios se expresaran a través de sus manos por si mismos... y aprender de ellos. Solo cuando los dominaron se lanzaron a pintar el mundo a través de su pensamiento, su extraña lucidez, de su propio leguaje de lineas y opacidades.
Nunca me gustó la contrucción, pero creo que la quiero ya, la quiero, y hoy la busco y le pregunto cosas, le pido que me sostenga, y, a cambio de no derrumbarme y le doy lugar, sentido, dignidad, le doy salidas útiles, estéticas, vitales. No le niego ni un ápice de realidad, como ella cuando me hizo redescubrir mi sensualidad poniendomela al frente de mis ojos, bajo mis pies, tras de mis manos... en un mundo que se descompone en la virtualidad globalizadora, desarraigante y el cyberfanatismo feroz. Desde que descubrí la arquitectura follo mucho mejor, escucho más flamenco, y quizá incluso tenga que ver con que en este momento quisiera tocar este teclado como tocan los músicos las teclas de un piano.
Que lo consiga o no, hoy da igual, es cuestión de práctica, un poquito de fe en mi mismo... y que no me pille un autobus.
Vaya, que mientras me dejen el tiempo...
Cuidado con los charlatanes.
sábado, 15 de mayo de 2004
Los resultados fueron tan extraños como sorprendentes y en realidad no faltos de una desconcertante coherencia… desconcertante para nosotros como para ella.
Despacho espiral geodésico, en algún lugar entre el extremo punta de una diagonal y el otro extremo, sin pasar por ella, ocho treinta de la mañana.
-Golfo, debe usted dejar ese caso, ya no está en sus manos.
Al principio, me dolió. Me había encariñado con ella, y con el mundo de sus experimentos, casi prefería salvar el mundo de una mujer extraordinaria, que de cualquier otro horrible villano de poca monda., no por el mundo, sino por ella. Nuestra lucha acabó por hacerme sentir digno de mi misión, de su entrañable peligro…
Luego, empecé a pensar que, después de todo, igual no estaba tan mal no tener que vérselas por siempre con ella, de un modo u otro, mi efectividad se veía amenazada por nuestra inevitable atracción, simplemente, sentí curiosidad… ¿Cuál sería el próximo villano?... algo nuevo, en fin, el futuro se me venía encima como una sinuosa incertidumbre con un punto abajo. Como bien muestra este gráfico.
?
Pensé que quizá ese punto es lo inquietante se un símbolo de interrogación, y que a veces siento que en el futuro de mi misión contra la perversa y bellísima científica, a veces, se había perdido, que de algún modo estaba en manos de otro. No mejor que yo, sino en un mejor lugar, en un mejor momento… Nos conocíamos demasiado, nos habíamos acostumbrado, ya no esperábamos a penas que llegara a triunfar, ninguno de los dos...
Sin embargo:
-Golfo, tiene usted mala cara ¿se puede saber que está pensando?
-Usted no la ha visto, señor
-Déjelo ya, Golfo, esta no es ya su guerra…
-Cállese usted, señor, no sabe de lo que está hablando, usted no lleva años enfrentándose a ella, usted no ha caído en sus manos… ¡Usted no la ha visto!
Salí dando un portazo y sabiendo que la primera medida de control para el caso de la perversa y bellísima científica sería retirarme los dos ceros.
Más tarde repasando el nuevo dossier, me di cuenta de dos cosas… la primera es que la vida es imparable. Y dobla las esquinas tan rápido como si pasara de un punto a otro en línea recta.
La segunda, que en el fondo, y aunque salvar o no al mundo de la perversa y bellísima científica y sus terribles y encantadores experimentos ya no era mi responsabilidad … albergaba la esperanza de seguir sabiendo de ella aquí y allá, que había comprendido, en verdad desde hacía mucho tiempo, que aunque el mundo no lo entendiese, su presencia en la tierra me era vital como mi secreta aliada mientras continuase haciendo de las suyas manteniendo a raya al Terrible Ejército de los Carcamales.
Entoces dejé los papeles a un lado, para encender un pito y fumar lentamente, mientras recordaba sonriendo su espectacular cabellera… castaña.
Te pillé.
viernes, 7 de mayo de 2004
A Jaques Prévert II...
"Puedo dominar el fuego, pero no puedo crearlo.” -dijo un X-men. Todo superpoder tiene su precio, pero este es especialmente caro… me dije yo acordándome de aquel Paris at Night.
La premiére pour voir ton visage tout entier
La seconde pour voir tes yeux
La dernière pour voir ta bouche
Et l'obscuritè tout entière pour me rappeler tout cela
En te serrant dans mes bras.
(Tres cerillas prendidas una a una en la noche / La primera para ver tu rostro entero / la segunda para ver tus ojos / La tercera para ver tu boca / Y toda la oscuridad para acordarme de todo esto / estrechándote entre mis brazos)
Pocas veces he dado con un poeta por el que sienta la simpatía, la afinidad en verdad como la que siento por Jacques Prévert. No solo por que sea un buen poeta. Hay muchos buenos poetas, y mejores quizá. Felizmente.
Pero no es por la calidad, sino, por algo más, algo suyo, algo nuestro, o entre los dos… Quizá se a por el modo en que blasfema sin dejar jamás de tener, hacia la vida, hacia el mundo, esa devoción casi religiosa.
restez-la
que nous nous resterons sur la térre,
qui est, de foi, si jolie
(Padre nuestro que estas en el cielo / quédate allí / que nosotros nos quedaremos con la tierra / que es, a veces, tan hermosa… Mi sueño sería ir a una iglesia y darle el cambiazo al Padre Antonio, justo antes de la misa. Está claro que el tio se lo sabe de memoria, pero se también que es muy perrillo, y que a veces mira el papel porque pierde el hilo, entonces... no me imagino con los brazos abiertos delante de un bario entero, la cara que pondría).
Del mismo modo en que se rie del amor que en verdad profesa, persigue, al que canta, aguarda y respeta… al que se toma con ligereza al mismo tiempo que permite entrar a raudales e inundarlo todo irremisiblemente.. Lo que muestra sin tapujos, lo mismo en imágenes teribles, que en pequeñas declaraciones sin importancia aparente…
(“me gustan más tus labios que mis libros”… que en francés suena casi igual. Entiéndase la magnitud de una declaración así viniendo de un literato)
p Será por esa sencillez y esa humildad, que solo he visto en Benedetti, Vian, y Gloria Fuertes...
O quizá también por ese vitalismo, redencial pero sin tristeza, trágico pero sin cuentos chinos ni rollos macabeos. Sin perder el tiempo. Quizá por cómo puede ser irónico pero dulce, generoso pero despiadado… incluso en la generosidad. Quizá porque su irreverencia no es más que declaración de sumisión total a la vida. Y su desesperación un juego que debe jugarse con alegría dado que ya estamos dentro y perdidos.
La leona rejuvenece
Cuando el fuego reclama su parte
La tierra ruge
Cuando la muerte le habla del amor
La vida tiembla
Cuando la vida le habla de la muerte
El amor sonríe.
…es una buena influencia, este señor, y cuando estoy triste, le hecho un ojo, y me quita el peso, me hace sentir que en verdad la vida hay que tomarsela con humor, y que “la mejor manera de persistir en algo, es no prestarle demasiada atención, tratarlo todo con ironía, especialmente las cosas que te resultan más queridas. Así hay más oportunidad de que sobrevivan”. (esta es de un compositor… no se cual).
Y asi me pasaría yo post y post y noches enteras braseandoos a todos con Prevert y todo lo que me recuerda, lo que me liga a él, y más y más Prevert. Pero solo voy a contar una anécdota.
El otro día estaba yo aporreando a solas la guitarra antes de irme a dormir, en ese momento en que sin dejar de cantar, sueltas las cuerdas y le echas mano sonriente al cigarro que tienes en el cenicero… como si tras de ti, sentados contigo en el salón, hubiese una banda entera que aguarda tocando, manteniendo el ritmo… bobon bobón. Mientras medio cantas medio hablas entre una lenta calada y un sorbo de vino.
je perdait
Tes yeux
Ta bouche
Ta voix, mon amour
Si jamaaaaaais me manquait …
tout ça….
Bobón, Pues me ocurre últimamente que por pura costumbre , bobón, o por que mi chip de lengua extranjera no tiene tanto espacio como, bobón, quisiera, cuando me quedo en blanco con el poco practicado inglés me da por improvisar en francés. Bobón. A lo que salga, como aquella noche que me pilló Prévert, bobón, tocando The house of the rising sun…
je perdait
ton visage
ou tes mains
(C’est pas si grave.. tu sait, ma belle?)
Il me restent
mes aaaaaaaaaaaaaaaaallumettes !!!!!
(si alguna vez perdiese tus ojos, tu boca tu voz, si alguna vez , me faltara todo eso... si alguna vez perdiese tu cara ou tus manos... no es tan grave, ¿sabes, mi guapa?... Aún me quedan mis cerillas).
(tóquese una última vuelta con rabia, alegría y los dientes apretados de felicidad, acábese con un pequeño espasmo de entusiasmo eléctrico y levántese la copa al final diciendo: "merci"… y si del ojo les sale un guiño, aunque esten solos en la habitación, no se preocupen, no lo repriman, sean generosos, es tarde ya: no se avergüencen por nada, y mimen sus cerillas... nunca se sabe).
martes, 4 de mayo de 2004
A Jaques Prévert.
Estoy en mi salón. Acabo de cenar y fumo tranquilamente escuchando fados. Tengo velas en la mesa, en un candelabro que rescaté del mercadillo. Una ess naranja y la otra azul. Sobre la mesa hay también una aceitera granadina, libros, un juego incompleto que inventaron en algún país árabe, un salero y una pimientera, un objeto que no se para qué sirve, por casualidad un amigo me lo ha regalado esta tarde… me dijo que cree que es una lámpara para bicicletas… y así objetos varios que en su mayoría he rescatado de la brocante solo por divertirme. Me gustan esos objetos porque parecen guardar una historia desconocida, un algo misterioso que yo continuo al llevármelos a casa.
Hay una luz muy agradable, baja, como las velas sobre la mesa baja, y el flexo que he puesto en la esquina, mirando a la pared tras una planta que robaron mis compañeros de piso; el conjunto da una luz deliciosa. Sobre el sillón de mimbre hay un manto de pieles sintético de un rojo fuerte, propio de un burdel de última generación y bajo presupuesto, decadente, encantador, bastante pop. En la clausura de la chimenea hay recortes que arremeten contra los Estado Unidos, chistes llenos de ironía y juegos de lunas y estrellas. También una foto de una chica que sonría muy cerca de la cámara y otra de un lavadero con tres butacas de cine y unas botas. Sobre la chimenea, un espejo, incienso, lápices de colores, pastel y acrílicos, vasos de un restaurante chino de esos que cuando se llenan de licor dejan ver una foto erótica, una farol, una vela mangada del monasterio de Le Corbusier, cubista, moderno, rompedor… el monasterio, claro, el círirio es de lo más normal. Botellas vacías con restos de otras velas, copas llenas de papel de fumar y facturas de electricidad. En las paredes hay afiches que voy encontrando por la calle: teatros, conciertos de rock, de reagge o de música francesa, y un cartel muy divertido en el que sale un muñequito con una bandera en la mano bajo la leyenda que dice: Zozzo President!... Algunas fotos, unas nuestras, y otras recortadas de cualquier parte, y sobre el sillón más grande de la casa hay colgados un montón de dibujos que hicimos hace tiempo… jugando a hacer seres extraños en grupo. Uno hace una cabeza, dobla el papel para esconderla y la pasa, el siguiente hace un cuerpo, otro, las piernas, los pies… el resultado es bastante sorprendente. Hay algunos de estos engendros que parecen una verdadera obra maestra de genética a lápiz blando, otros, simplemente me gustan porque en ellos puedo reconocer los trazos de Cylla y de Micael o las siempre sorprendentes ideas de Quintín.
Otra de las paredes, frente a la chimenea, tiene un inmenso tapiz con un sol, unas estrellas y lunas, todo en tonos de blancos, cremas y rojo, en el suelo, una caja de frutas hace de mesilla para revistas, postales a medio escribir y papelotes varios. También hay plantas, una de ellas según me dijo una amiga, es una planta de primavera, una de esas que florecen y luego se mueren, y luego vuelven a florecer. Tenía razón: la planta se ha muerto, pero muerta y todo no deja de poner de su parte en el ambiente de la habitación. La otra planta es un arbolito en una inmensa maceta azul cobalto. Con otra macetita dentro y un muñeco verde con alas. Creo que es Meter Pan. Por la moqueta, las All Star de Laure, las chanclas de Micael, un reloj a pilas, las instrucciones del teléfono eternamente abiertas por la página del contestador, una balón de fútbol y una lámpara de pie, a la que le hemos puesto dos corazones de lana a modo de ojos… en alguna fiesta hemos bailado con ella entre risas. Aún llena de luz, siempre me ha parecido que tiene una expresión melancólica; un cenicero de los años sesenta, de pésimo gusto, pero muy divertido, una Barbie, y un Action Man que mica compró para un trabajo de la escuela y que hoy miran abrazados el infinito, el tostador sobre unos papeles de colores para que no caigan las miguitas al suelo, una esterilla sobre la que está la mesa, un cenicero de madera como medio coco, una carnet, papel y lápiz marrón, y yo mismo, fumando tranquilamente, silbando el fado y escribiendo en el portátil junto a las velas, los libros, la lámpara de aceite, el juego que algún día completaremos con canicas, y todas esas cosas en su mayoría rescatadas del mercado de Saint Michel, que nadie quiere, pero que decoran mucho solo con dejarlas de cualquier manera sobre la mesa… las llaves no, las llaves son de casa.
El resto de la moqueta está libre, la habitación es grande, hay mucho espacio para tumbarse tres tios por lo menos o para bailar, y dos grandes ventanas sobre un jardín que no es nuestro pero que queda muy bien debajo de nuestras ventanas, dos inmensas ventanas.
Es todo tan hermoso aquí, la casa y esta música, y lo que acabo de escribir, y escribir mismo, mi voz baja, que surge en el silencio entre canción y canción repitiendo lo que escribo como una íntima letanía, y fumar a esta luz débil y cálida de un domingo cualquiera por la noche.
Es todo tan hermoso que de pronto no me importa que entre tu y yo no hayan ido bien las cosas, al menos no todo lo bien que podrían… después de todo, creo que no soy yo precisamente quien se está perdiendo un paraíso.
Burdeos, primavera de 2002
domingo, 2 de mayo de 2004
Dedicado a Un Amigo
y a Un Amigo 2
Una de esas noches en las que entre la hora en que decidí salir solo y dejarme encontrar a quien por casualidad coincidiera con mi deambular, como en los viejos tiempos del COU (yo tuve un COU muy oscuro), en que me lanzaba sin plan a lo que fuese... hasta que vuelvo a casa a 90km/h por el paseo marítimo con ese hueco en el corazón que me producen estas noches y un poco de tecnorock sucio, malote, susurrado y lascivo , saliendo como un humo pesado por la ventanilla abierta de mi coche, he visto tanta gente distinta... tan distinta como son distintos los amigos de la adolescencia de seres completamente desconocidos, que sin embargo también están ahí y es cuestión de unos metros o unos minutos, para pasar de un mundo a otro; distintos como son distintas las plazas de otras calles de otros bares distintos a horas distintas que los van cambiando como si fuese el tiempo el que recorre los objetos, porque los objetos y yo, estamos parados, porque somos los mismos.
La de anoche fue una de esas noches en las que mientras conduzco veo pasar por mi mente todos los seres, todos los monstruos, todos los escenarios, en una galería de capítulos tal y como me han ido llegando, entre los que a veces no alcanzo a ver la transición, olvidando una calle, una birra, una mirada.
Y aunque no me ha ocurrido nada en especial, aunque vuelvo con las mismas manos vacías de historias y sin saber bien qué he hecho realmente al haber salido, por la manera en que no me esperaba nada de lo que ha pasado en estas cinco horas, no me siento menos rico que una especie de Alicia que acaba de despertar en su barca.
Quizá sea exagerar, porque no me he comido unas setas, pero todo se andará, mi niña, todo se andará.