martes, 11 de abril de 2006

Epílogo, que me habeis pillao, bacalao.

Glugluglu


        Paul se marchó unas semanas más tarde. Me dejó unos libros en inglés. Un día que estaba tendiendo la ropa salió con una grana caja llena de libros y me dijo que cogiera los que quisiera porque se iba y no podía llevárselos. Hace una semana me di cuenta de que entre ellos estaba el Corazón en las Tinieblas de Joseph Conrad (Heart of Darkness), del que me hablaron hace poco en el taller (si, yo también estoy en un taller de literatura). Suelo acumular libros que esperan no se qué… libros que creo que no leería si no fuera porque a veces me los encuentro en mi propia casa después de que alguien me hable de ellos. Como el Corazón en las Tinieblas.
        A ver cuando le echo huevos y lo leo… porque igual Paul no era profesor de inglés, pero en mi cabeza lo fue un tiempo, y a mi me da que lo ha seguido siendo a su manera desde el momento en que me ofreció libros en inglés. Libros de esos de los que siempre he visto por el rabillo del ojo en las librerías, pasando de largo, no sin prometerme que algún día volveré a leer las novelas en inglés casi tan bien como leo las canciones.
        También dejó un diecisiete pulgadas Black Trinitón de Sony, de pantalla negra, de esos que no hacen daño a los ojos. Y del que me ha costado librarme lo más grande después de casi un año de tenerlo muerto de risa debajo de una mesa. Antesdeayer mismo se lo pasé a un vecino que casualmente vive en el mismo apartamento en que vivía Paul.
        Por otro lado igual os preguntareis cómo subió el vaso hasta allí. La respuesta es fácil: en mi bolsa, sequito junto al libro y a un termo de café, que rompí unos días más tarde y que lleva ya cerca de un año entre las tejas decolorándose al paso de las estaciones.




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