sábado, 22 de abril de 2006

Walkside Story

        Caminan por delante de mi: él come un bocadillo, ella lleva una rebeca larga que le cae por el brazo y deja un hombro al descubierto; pero no se la sube porque probablemente sabe -y le gusta- que le da un aire distraído, tan desastroso, tan falsamente inocente e irremisiblemente seductor. Cuando salió de la tienda me ha parecido que tenía rasgos ligeramente orientales.
        Yo camino detrás de ellos… y acelero el paso porque llego tarde y quizá también por ese instinto que me pide verle la cara y confirmar la sospecha de que es una mujer preciosa. El mismo instinto que me hace darme cuenta de que él le ha buscado la mano sin encontrársela y que me hace esbozar media sonrisa triunfa. Y el mismo que hace que él me mire un momento de reojo al tiempo que le coge el culo a la chica, con lo que una voz dentro de mi cabeza elije otro idioma para decir… Ça y est, c’est bon : Il a marqué son territoire.
        Unos metros más adelante, cuando doblan la esquina, ella aprovecha para echar una ojeada pretendidamente distraída a su alrededor… Antes de volverse de nuevo, como quien no quiere la cosa, sus ojos se detienen por fin en los mios y así, de soslayo pero durante algo más de un segundo, me sostiene la mirada y me sonríe.
        Ça y est, tu as raison, c’est bon, dice en mi cabeza la misma voz en el mismo idioma, pero contestándose, jactanciosa, a si misma, Elle aussi:, elle a marqué son territoire.

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