sábado, 11 de agosto de 2007

Isabel



-¿Sabes qué?- Solía preguntarme todos los días en algún momento, bajando las escaleras, por ejemplo, o robándome el sobre de azucar del café (sería yo el que tuviese que levantarse a por otro).
-¿Qué?- Le contestaba yo, cada vez, saltando los últimos escalones o buscando los ojos de un camarero demasiado despistado por la modorra de la tarde.
-Mañana empieza una nueva vida.

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