Estrenar una azotea no es solo subir a tender la ropa. Hay que darle, además, un uso añadido, algo gratuito, no contemplado pero para lo que la azotea sirve de estupendo soporte. Es triste que una azotea quede como mero plano construido que impide que llueva sobre el último piso, sobre el que emerger las chimeneas, colocar las antenas, algunas instalaciones y los tendederos… No, no es suficiente, una azotea puede ser un Lugar además de un objeto.
Hoy uno de Enero he hecho lo que más he querido hacer desde que empezaron las vacaciones (las navidades es lo que tienen, no te dejan tranquilo entre familia, regalos, gente a la que ver…): he subido a leer a la azotea. No es una azotea como la de antes, no está en el barrio encantador, ni tiene una ciudad entera a sus pies, no forma parte de un ejército de tejados y azoteas privilegiadas a las que suben sus vecinos a contemplar el mundo desde arriba.
Es una azotea normal, bastante extensa, a 9 metros sobre el suelo y no creo que más de 20 sobre el nivel del mar, en un edificio bajo y feo, rodeado por casi todas partes de otros mayores y el resto de casas que sobreviven entre las arboledas de la calle. Está delante de una carretera nacional ruidosa y ancha… Tiene un murete alto, de modo que si quieres ver algo que no sean los edificios de alrededor tienes que estar de pié.
Pero tiene eso que tienen las azoteas y que se me hace irresistible, un trozo de espacio urbano encima y no al pie de los edificios, a cielo abierto y afortunadamente despreciado por sus vecinos en general. Algo de rebelde. Un escondite a la luz del día. ¿De qué?... No lo sé, pero todos hemos hecho escondites de pequeños sin saber de qué nos escondíamos. Yo creo que me escondo del vacío que me produce en el estómago una azotea abandonada a las antenas, las chimeneas y los depósitos de agua.
Los días uno de enero se me atragantan de esa solemnidad estúpida y preciosa que le damos a las cosas. Son días en que se ve todavía el año que se ha ido, algo lejos, llegando al horizonte antes de desaparecer para siempre… Y así visto de lejos empieza a verse en conjunto. Y me impresiona un poco.
El 1 de enero del 2008 es extraño, porque el 2007 lo fue…
Fue un año en que me fue bien y me ocurrieron cosas preciosas, vi la vida avanzar, luché y gané, también perdí bien y tampoco estuvo mal.
Pero en 2007 fue también un año en el que sucedieron cosas que no tenían por qué pasar y han pasado. Ahora se va y ahí nos las deja... y uno ve un año en que en teoría le fue bien y piensa: Joder.
Y en verdad no sabe qué más pensar.
Lugares como la azotea me hacen sentir vivo, fuerte y pequeño, me ayudan a relativizar la inquietud que me producen estos pensamientos.
Feliz 2008 a todos. No esperéis al 2009 para subir, no se lo dejéis todo a las antenas, las chimeneas, ni a los depósitos de agua abandonados. Luego además uno baja y hasta va y postea…
No es mal comienzo.
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