miércoles, 2 de marzo de 2011

        La mudanza, ese trasiego de posesiones que un día pasan de un lado a otro como por el cuello de un relog de arena…. Ahí es nada. Tu propio mundo te burrea hasta el último momento mientras la casa se llena de esa extraña luz que dejan los objetos al retirarse. Apenas te da tiempo a pensar en nada.
        Y sales de allí.
        En el próximo café no sabes muy bien donde sentarte. Al cálido sol el futuro, a la fresca, a veces fría, brisa de la incertidumbres. Cuelgas en el respaldo tu chaqueta sin armario.
        Sentado en el fondo del relog de arena, fina y rojiza como las que traje de arabia en una lata, veo sobre mi, al otro lado del cuello de cristal, atascadas, las cosas que no han podido pasar, las cenas que no habré de servirte, las que no conovocarán a los amigos, la pared sobre la que dijimos mil veces de proyectar películas no-tan -tan-cultas-como-las-del-año-anterior, con un eco sordo contra el cristal se oyen nuestras risas cuando nos burlábamos de aquellas reuniones-, las botellas que no podremos descorchar tirando el tapón por la ventana al fondo de la calle, ruidosa, alegre, los bailes en el salón, nuestras pequeñas fiestas a dos, cantos, besos, gemidos, alaridos, jadeos, silencios, pedos y eructos, todo suspendido; mal plegado, el tablero del risk que nunca echamos y que se han quedado allí, pendiente otra vez, desde la Tierra del Fuego a las últimas islas de Kamchatka.… Cae una ficha y me da en el ojo. La rescato de la arena y me la meto en el bolsillo, por si acaso. Era un dado.
        Veo los cuerpos de mi último hogar, intentando adaptar sus brazos y piernas al fondo del embudo, dejando un montón de espacio vacío, como un puñado de alfileres en un tubo de ensayo. Resignados mal que bien en su incómoda postura, se vuelven al fondo con ojos interrogantes.
        Sobre la arena, yo no se que contestar. Pero si no puedo contestar puedo prescindir de ello.
        A mi alrededor la calle está alegre, se inician algunas obras y la gente sigue corriendo con su miedo a llegar tarde, mientras la primavera viene sobre la ciudad como un animal curioso sobre la melaza volcada.

6 comentarios:

Hoba W. dijo...

Cuesta (re)encajarse Golfo, contarse las gotas y las costillas, (re)colocarse la osamenta en las estanterías vacías de una nueva vida..

Yo también ando en ello, así que..


Besos de sol

Áurea dijo...

Adoro las mudanzas, limpiarme de lastres, recuerdos...A veces son lo mismo. Una cuenta nueva sin borrón, pero sobre todo son la mejor excusa, justifica (por poco tiempo) la sensación de no encajar ni con mis cosas.

Anónimo dijo...

Siempre es triste abandonar un lugar en el que hemos sido felices, un lugar amado (sobre todo si es forzosamente). Pero en esta vida lo mejor es no aferrarse demasiado a nada.Nunca se sabe, en esta novela que es la vida, lo que va a pasar en el capítulo siguiente.
qué estés bien golfo¡¡¡ :)

Belén dijo...

Calla, que en unos meses estaré metido de lleno en una...

Besicos

X dijo...

Muchas gracias por tu comentario. Me gusta cómo escribes. Se te notan las tablas. Es un enorme cumplido, lo sé.

Por cierto, mira que he visto miles de blogs en esta vida, pero ninguno, creo, tan antiguo como el tuyo. Quién más quién menos, aunque lleve mucho tiempo, ha hecho mudanza dos o tres veces, como yo mismo. Pero 2003. Diciembre, sí, pero 2003. En ese entonces yo estaba en un gran foro del cual acabé siendo administrador en una escalada de poder digna del mismísimo Palpatine. No me imaginaba haciendo otra cosa. Pero aquí estamos, ocho años más tarde y dos blogs después. Leer tu primer post me da un vértigo que pa qué.

Date por felicitado.

Anónimo dijo...

me gusta como escribes

:)

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