lunes, 20 de enero de 2014

Preámbulo a las instrucciones para sincronizar un smartphone (por Julio Cortázar y por mí)


Piensa en esto: cuando te regalan un smartphone te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el smartphone, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, de última generación, áncora de aplicaciones; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a tus días y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de cargarlo todos los días, la obligación de actualizarlo para que siga siendo un smartphone; te regalan la obsesión de atender a sus avisos bajo la mesa de cada restaurante, a las nuevas aplicaciones, de sincronizarlo con las nubes. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu smartphone con los demás smartphone. No te regalan un smartphone, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del smartphone.

Texto inspirado y editado del texto original de Julio Cortázar “Preámbulo de  las instrucciones para dar cuerda a un reloj” (1962).  Collage: Imagen del escritor Julio Cortázar en la exposición del Intituto Cervantes de París. / Antonio Gálvez ("El País") + Aplicaciones de smartphones.

1 comentario:

Calíope dijo...

Amén. Hace pocos días, por la fiebre de las navidades, quería yo adquirir un nuevo smartphone, mejor que el mío, que es bastante malo. Afortunadamente, cuando se me bajó el subidón de turrón, lo pensé fríamente: un smartphone mejor y más caro? para tener miedo de que me lo roben? para tener que comprarle una nueva funda a la moda? para tener que configurarlo y sincronizarlo y copiar la agenda y dios sabe cuántas penurias más?? Nada, nada, me quedé con mi patata de móvil; cuanto peor sea, menos preocupaciones. Y eso sí que es un regalo.

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