miércoles, 17 de marzo de 2004

Estroboscopia. De cada minuto de estudio, los 30 segundos pares los empleas en estudiar realmente y los otros 30 estas en Babia…

Cuando era pequeño, me daba por agitar las manos delante del televisor como saludando a la imagen que había dentro… al menos eso debía pensar mi madre si me vio alguna vez, igual que cuando “saludaba” a los tubos fluorescentes de la cocina con la misma cara de seria curiosidad infantil.
Lo que me fascinaba era ver a contraluz el movimiento de mi mano fragmentado: Cincuenta veces mi mano translúcida, irreal, una mano que era la mía que seguía a otra que también lo era, y a otra y a otra y a otra… como las piezas de un abanico. Cuando intentaba lo mismo con bombillas esto no ocurría, ni con la luz del sol. Había algo que me molestaba en aquello, sin embargo no podía dejar de hacerlo cada vez que veía un nuevo tubo fluorescente...
Pensé que quizá fuese el único al que le pasaba, del mismo modo que me preguntaba a veces si el azul, por ejemplo, era a los ojos de los demás el mismo color que yo veía… lo cual no se podía comprobar porque siempre llamaríamos “azul” al mismo color que tuviésemos delante fuese el que fuese.
Llegué a cuestionarme hasta mi aspecto físico y el de los demás (en verdad todavía lo hago), pero esa es otra historia que ya superé, y si aún se me viene aún a la mente es solo como pregunta sin respuesta, otra cuestión fetiche y divertida para quien le apetezca rayarse un rato sin sufrir demasiado la radiante incertidumbre que es estar vivo. De esas tengo muchas, ya hablaremos de ellas algún día si os apetece.
Por si acaso, hasta hoy he intentado evitar pasar mucho tiempo bajo la luz de esos tubos fluorescentes, después de comprobarlos disimuladamente… “Me da a mi que esta luz es discontinua”, me digo agitando la mano a contraluz como quien no quiere la cosa, y propongo salir, trabajar en otro sitio o buscar otra luz con cualquier excusa con tal de no tener que explicar mi miedo a ver la realidad solo la mitad de los segundos que paso mirándola.
Por lo visto, lo de los tubos fluorescentes y lo del monitor que tienes delante (frente al que probablemente tienes la tentación de agitar la mano en este mismo momento), no era mi imaginación (ni, por ende, la tuya): se llama efecto estroboscópico y es algo parecido al principio de la televisión (50 imágenes por segundo, el ojo humano no capta los vacíos), lo cual me tranquiliza un poco, pues ya he pasado tantas horas delante de ella que si fuese nocivo quizá debería haber muerto ya cuando veía a la bruja Avería.
Aunque si sigo sin fiarme de los fluorescentes, ya se que para evitar este efecto no hay más que ponerle balastros electrónicos, o balastros distintos (¿ba… qué?) o alimentarlos con un suministro trifásico.
No, si las dos mil pelas de apuntes van a servirme al final para algo…

...En cuanto a la tele… hoy por hoy de esa... ¿quién se fía?


...(mmm…¿vendrá “balastro” por aquí?...mmm…ya decía yo… ¿y si me tomo otro café?)

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