sábado, 7 de febrero de 2004

Ayer fue un dia de mierda.

Nothing can stop me now, 'cos I don't care anymore. . .
nananannná nananana nnnananna nananannna nana nana. . . nana
Nothing can stop me now, cos I just don't care. . .


Había pasado dos días currando a muerte para adelantar otros dos, estaba en la cúspide del agobio febreril, pero yo recordaba las palabras del poeta: Antes la vida!. Marqué con la espada una línea sobre el calendario: viernes, sábado y domingo. Estos son para ti. Y a pesar de que en el resto del país las bibliotecas están colapsadas, la gente come mierda precocinada y no se para ni a jugar con un perrito, ni a que termine la canción o a fumarse un pito mientras que el sol le caliente 5 minutos la jeta. . . yo me robé 3 días en medio de la vorágine. Porque no quería esperar más, porque ya es suficiente. Amontoné el tiempo a ambos lados como quien amontona los trastos de la mesa para hacerle el sitio a una buena pitanza.

No se si habéis viajado solos alguna vez, a mi me encanta, sobre todo momentos como la salida. Me da un no se qué que qué se yo, si, eso exactamente, eso que le da al tio al principio de La muerte en Venecia, y la cabeza se me llena de canciones y estribillos rebeldes y vitalistas, de sana desesperación romanti-grunchy, de esas que en medio de la tragedia hacen un guiño a los que han pillado que se le ha ganado algo al destino. Siento romper algo en mi propia piel, algo más que el viento: viajo, escapo, me desvío, me burlo, me disuelvo en la esencia verdadera, me encuentro conmigo mismo en mi verdadero hogar el movimiento, sagrado vacío entre dos puntos que me acoge.
Todo esto pienso mientras el territorio nacional corre y corre transformándose bajo mis pies.

Lilolilolilo. . . -coño, el móvil. . . -¿si?
-los análisis han salido, vamos a buscarte para llevarte con nosotros a casa, no es grave pero, necesitas reposo absoluto y muy buena alimentación y para eso nada como tu madre. . . espero que puedas encontrar una solución para tus exámenes y tus entregas, llegaremos en una hora, por cierto. . . no se oye ná, ¿donde estás?

En la estación del siguiente pueblo he conseguido que me sellen el billete para ver si me lo cambian por otro igual la próxima vez que viaje.
Game Over, chaval, pero esta vez un poco más y ya te veías escapando triunfal con la chica entre tus brazos, joputa.
Antes de coger el bus para desandar lo andado llamo a lo del enemigo: Hola muy buenos días, la chica, por favor (. . .) gracias (. . .) oye ¿a ti te importa mucho que te salve otro día?

No hay comentarios:

Linkwithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...